Translate

miércoles, 16 de abril de 2014

¡ATÁNGANA!

¡Un Super Suplex! ¡Estamos al ROJO VIVO! ¡Por Poquito! Cómo olvidar los gritos de inicio de los comentaristas Hugo Savínovich y Carlos Cabrera cuando iba a empezar un show de Raw (diferido en el Perú). Yo quería imaginarme que el espectáculo se estaba dando en vivo y en directo cuando los fuegos artificiales de inicio se daban.


La WWE es lo que se le conoce como la máxima categoría de la Lucha Libre Profesional, 'cachascán' (como se le conoce en el Perú) o 'entretenimiento deportivo' como se le conoce en EE.UU. Aunque era obvio que todas las llaves, las maniobras y candados realizados por los luchadores eran previamente practicadas llámese ficticias o actuadas (para los aguafiestas) y los segmentos de 'roches' eran claramente actuados a lo Hollywood, era obvio que uno no podía resistirse a la acción cuando se pedía un poco de rudeza en su vida.

 

Si más no recuerdo muy bien (disculpen mi falta de memoria) ¿lo daban en el canal 4 o 9 entre 1999 y 2001? En fin, yo empecé con la generación de Stone Cold, Triple H (y su DX), los temibles Kane y el Undertaker y por su puesto, uno de mis ídolos máximos: La Roca (Hoy conocido en el mundo del cine por su nombre verdadero, Dwayne Johnson). Recuerdo que uno de mis primeros juegos de nintendo 64 era el de otra federación nada ajena a la WWE llamada la World Championship of Wrestling (en iniciales, WCW). Con ella también crecí bajo los shows del bizarro Sting, el implacable Goldberg y por su puesto, el eternamente icónico y conocido Hulk Hogan (con su característico grupo, el NWO). No obstante, mi infancia siempre estaría en fidelidad con la WWE.

 

El guión de la Lucha Libre es simple: Es la historia de la rivalidad de los buenos contra los malos, el héroe contra el villano, quien tiene el apoyo de todo el público contra a quien todos quisieran ver muerto. Un clásico era ver a alguien como Stone Cold, idolatrado por el público, contra el arrogante Triple H, quien usaba a sus amigos para que jugaran sucio por él e insultaba al publico y viceversa. Stone Cold, por su parte, hacía todo lo necesario para que la audiencia estuviese atrás suyo conectándose con ellos lo más posible. Ver como Stone Cold le aplicaba una 'Paralizadora' a Triple H era lo más placentero que el público podía presenciar.


Sin embargo, para mi gusto, el clásico de los clásicos de la lucha libre era ver a Stone Cold contra La Roca en un Wrestlemania (el mayor evento de la WWE), peleando por el título de campeón mundial. Para mí, era como ver al Real Madrid frente al Barcelona en una final de la Champions League.




Con el paso de los años surgen nuevos íconos para las nuevas generaciones. Estuvo John Cena por mucho tiempo y ahora veo en los noticieros que surge un pequeño con una barba que me hace acordar a la de Juan Diego Gonzales-Vigil llamado Daniel Bryan (Búscalo en Google) ja ja. Mi infancia siempre se identificará con la generación de los 90's-2000.

 

Díganme que estoy loco o que soy raro pero quien lea esto, fácil recordará con algún poquito de vergüenza (aunque no la deberías tener) que la 'lucha libre' marcó parte de tu vida si es que leíste este post. Sí, tú y yo eramos raros e inmaduros como DX. Aunque hoy me dedico a ver lucha de verdad (llámese Box, Artes Marciales Mixtas, Jiu Jitsu entre otras...), debo admitir que los golpes falsos y las peleas arregladas eran parte de mi infancia. Cabo resaltar que en algún momento, mis padres me prohibieron ver debido al contenido de mucha violencia, sin contar a las bellas luchadoras femeninas también. ¿Ah no? Busca en Google WWE Divas, ja ja.

miércoles, 2 de abril de 2014

Cuando los atrapaste a todos

Aprovecho la famosa broma que hizo Google por el día de 'April Fools' (Día de los inocentes en EE.UU) para sacar mi siguiente post. Eran 150 especies cuando sabía de su existencia. Si más no recuerdo, era 1998 cuando se estrenó el Animé. Previo a su estreno, la franquicia ya había recaudado millones de dólares en la venta de sus juguetes. En Japón, ya se había convertido en un fenómeno tan epidémico como la AH1N1. Recuerdo haber estado presente frente al televisor de mis padres cuando al inicio de la serie, solían salir dos mágicas criaturas bajo una música tan innovadora e inspiradora que comienza con la frase: "Tengo que ser siempre el mejor, mejor que nadie más". Frase que se convertiría en clave del final de los 90's. Los Pocket Monsters, mejor conocidos como los Pokemón eran los seres que se convertirían en los simbólicos para la generación Y a finales de la última década del siglo XX.



La ideología de la franquicia era 'atraparlos a todos' con las características y muy conocidas Poke-bolas. En cuanto a especies, eran ¿150? Al comienzo sí. Una tarea muy difícil de realizar. El reconocido animé narra las aventuras de un joven de 10 años llamado Ash Ketchum. Proveniente del pequeño Pueblo Paleta, el joven dedicará su vida entera a la captura de los Pokemón y a entrenarlos lo más ardua y sabiamente posible. La serie era muy buena para el gusto de nosotros. Las peleas de gimnasio eran épicas, sobre todo cuando el icónico Píkachu de Ash salía al campo de pelea. Bulbasaur, Squirtle y Charmander (quien más tarde evolucionaría en un gigantesco Charizard) se convertirían en personajes de la primera vieja guardia del escuadrón del novato entrenador.

 

No podemos olvidar aquella rivalidad de Ash con Gary, nieto del sabio profesor Oak. Arrogante y confiado, Gary nos sirvió para que a finales de la década recibamos nuestro primer Gameboy Color con la versión azul o la versión roja del juego para entrenar nosotros a nuestros Pokemón y sentirnos como personajes de la serie. Los momentos más épicos que viví con aquel juego fueron cuando evolucionó mi primero Pokemón (Si más no recuerdo, era mi Charmander), La colosal batalla contra Gary en la final de la Liga Pokemón y el magnífico día en el que atrapé a Mewtwo, el ser Pokemón más poderoso conocido por el hombre.



La felicidad en mi vida aumentó cuando recibí en una tarde de 1999 mi primer Gameboy con la versión amarilla (mucho más sofisticada y paralela con la serie que la versión roja y azul). Y junto con ello el nostálgico Pókemon Stadium para el Nintendo 64. Aún puedo recordar cómo los chicos de mi colegio hasta le pagaban a los mayores para que les pasaran sus juegos y convertirse en competidores de temer. Entre 1999 y 2001, el cole, era un pandemonio así como en el ambiente fraterno en casa.




En el año 2001 sentíamos que nuestras aventuras con los 150 compañeros habían llegado a su fin luego de atraparlos a todos. Sin embargo, llegó la segunda generación llamada Plata y Oro, capitaneada por los legendarios Lugia y Ho-Oh. El Pókemon Stadium 2 me sirvió como un nuevo comienzo con más retos. Compartía la versión cristal (también la más realista) con mi hermano y fue ahí cuando decidimos parar. Recuerdo que nos demoramos casi medio año en llegar a pasar la Elite Four de la Liga Pokemón. Peor, me tomó otro medio año poder llegar a vencer a Red, el último oponente y curiosamente, tu antiguo personaje en la vieja generación.


 

Tengo por entendido que la franquicia sacó nuevos juegos y más series para las nuevas generaciones de niños. Veo a mi primo de 5 años hablándome de nuevas especies de Pokemón y debo decir que me dan ganas de sacar las lágrimas de los ojos. No por las nuevas especies, sino por el legado que dejó este método de crear infancia. ¿Quieren recordar un hogar? Pues, los dejó con la temática cancioncita de Pueblo Paleta, donde el viaje siempre comenzará para nosotros.