A la vuelta del Jockey Club existía un túnel de color amarillo con las cuadriculadas que simbolizaban una carrera de autos. Apuesto a que si eras socio del Jockey Club y entrabas con tu familia, rogabas de rodillas para que tu padre o madre volteara la dirección de su auto para pasar por aquel túnel e ingresar así a una de las mejores diversiones que los finales de los 90's nos puedo ofrecer a los peruanos. El hermoso y lleno de adrenalina, Daytona Park.
¿Se acuerdan cuando no podíamos esperar para medir los 1.30 mts de altura para poder ingresar a manejar los Indy Cars? ¿Cuando solían poner los juegos de simuladores espaciales en el patio justo al frente de los kioskos? Imposible también olvidar el algo siniestro laser quest con el tema de Star Wars.
Recuerdo que varias de las fiestas infantiles de amigos míos, a las cuales a asistía, estaban justo al medio del food court. Cada fiesta tenía un tema especial en un cuarto especial para una. Recuerdo haber visto temas de las muñecas Bratz y las Barbies para las fiestas de niñas y cuartos temáticos de Star Wars, Fútbol y los carritos Hot Wheels para las fiestas de niños.
Cuando empecé a frecuentar el parquecito de diversiones, era un poco menor para la época ya que era 1997, fechas en las que había sido inaugurado. Yo con 5 años de edad, tenía que contentarme con los juegos de toboganes, piscina de pelotas y videojuegos que habían en la entrada.
Lo más memorable de ese lugar para mí fue la primera vez que conducí un vehículo mecánico teniendo 7 años de edad. Sucedió en los fabulosos botes chocones. Subirse a aquella atracción con un grupo de amigos y guerrear con el agua un tanto sucia y oliendo a combustible, era una de las experiencias que me transportaban directo a la época de carnavales de febrero. No hubo ninguna vez en las que haya salido empapado de la memorable atracción.
A medida de que iba creciendo, me entró la curiosidad de practicar el paint ball que estaba a la vuelta, aunque me decían que no estaba listo para jugarlo. Me quedaré con el sabor amargo en la boca por no poder llegar lo a jugar. Aunque algunos años después lo haría en el recinto de la Universidad Agraria ja ja.
Pero para lo que no podía aguantar no era para el paint ball. Era para la principal atracción que caracterizaba al temático parque ubicado en el medio del hipódromo de Monterrico, los indy cars. Tenía 8 años cuando manejé uno de los mini carritos a motor por primera vez. Antiguamente, solía sentarme con mi madre o padre mientra llevaban sus cámaras descartables.
Hoy, abandonado y casi en el olvido. Aquel terreno de lo que solía ser uno de los parques más emblemáticos de la infancia limeña noventera, no es más que un simple sector en donde uno se puede ir a dar un paseo y dar una cuantas lloriqueadas.
¿Se acuerdan cuando no podíamos esperar para medir los 1.30 mts de altura para poder ingresar a manejar los Indy Cars? ¿Cuando solían poner los juegos de simuladores espaciales en el patio justo al frente de los kioskos? Imposible también olvidar el algo siniestro laser quest con el tema de Star Wars.
Recuerdo que varias de las fiestas infantiles de amigos míos, a las cuales a asistía, estaban justo al medio del food court. Cada fiesta tenía un tema especial en un cuarto especial para una. Recuerdo haber visto temas de las muñecas Bratz y las Barbies para las fiestas de niñas y cuartos temáticos de Star Wars, Fútbol y los carritos Hot Wheels para las fiestas de niños.
Cuando empecé a frecuentar el parquecito de diversiones, era un poco menor para la época ya que era 1997, fechas en las que había sido inaugurado. Yo con 5 años de edad, tenía que contentarme con los juegos de toboganes, piscina de pelotas y videojuegos que habían en la entrada.
Lo más memorable de ese lugar para mí fue la primera vez que conducí un vehículo mecánico teniendo 7 años de edad. Sucedió en los fabulosos botes chocones. Subirse a aquella atracción con un grupo de amigos y guerrear con el agua un tanto sucia y oliendo a combustible, era una de las experiencias que me transportaban directo a la época de carnavales de febrero. No hubo ninguna vez en las que haya salido empapado de la memorable atracción.
A medida de que iba creciendo, me entró la curiosidad de practicar el paint ball que estaba a la vuelta, aunque me decían que no estaba listo para jugarlo. Me quedaré con el sabor amargo en la boca por no poder llegar lo a jugar. Aunque algunos años después lo haría en el recinto de la Universidad Agraria ja ja.
Pero para lo que no podía aguantar no era para el paint ball. Era para la principal atracción que caracterizaba al temático parque ubicado en el medio del hipódromo de Monterrico, los indy cars. Tenía 8 años cuando manejé uno de los mini carritos a motor por primera vez. Antiguamente, solía sentarme con mi madre o padre mientra llevaban sus cámaras descartables.
Hoy, abandonado y casi en el olvido. Aquel terreno de lo que solía ser uno de los parques más emblemáticos de la infancia limeña noventera, no es más que un simple sector en donde uno se puede ir a dar un paseo y dar una cuantas lloriqueadas.