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jueves, 13 de marzo de 2014

Diversión a mil por hora.

A la vuelta del Jockey Club existía un túnel de color amarillo con las cuadriculadas que simbolizaban una carrera de autos. Apuesto a que si eras socio del Jockey Club y entrabas con tu familia, rogabas de rodillas para que tu padre o madre volteara la dirección de su auto para pasar por aquel túnel e ingresar así a una de las mejores diversiones que los finales de los 90's nos puedo ofrecer a los peruanos. El hermoso y lleno de adrenalina, Daytona Park.



¿Se acuerdan cuando no podíamos esperar para medir los 1.30 mts de altura para poder ingresar a manejar los Indy Cars? ¿Cuando solían poner los juegos de simuladores espaciales en el patio justo al frente de los kioskos? Imposible también olvidar el algo siniestro laser quest con el tema de Star Wars.



Recuerdo que varias de las fiestas infantiles de amigos míos, a las cuales a asistía, estaban justo al medio del food court. Cada fiesta tenía un tema especial en un cuarto especial para una. Recuerdo haber visto temas de las muñecas Bratz y las Barbies para las fiestas de niñas y cuartos temáticos de Star Wars, Fútbol y los carritos Hot Wheels para las fiestas de niños.

Cuando empecé a frecuentar el parquecito de diversiones, era un poco menor para la época ya que era 1997, fechas en las que había sido inaugurado. Yo con 5 años de edad, tenía que contentarme con los juegos de toboganes, piscina de pelotas y videojuegos que habían en la entrada.



Lo más memorable de ese lugar para mí fue la primera vez que conducí un vehículo mecánico teniendo 7 años de edad. Sucedió en los fabulosos botes chocones. Subirse a aquella atracción con un grupo de amigos y guerrear con el agua un tanto sucia y oliendo a combustible, era una de las experiencias que me transportaban directo a la época de carnavales de febrero. No hubo ninguna vez en las que haya salido empapado de la memorable atracción.

A medida de que iba creciendo, me entró la curiosidad de practicar el paint ball que estaba a la vuelta, aunque me decían que no estaba listo para jugarlo. Me quedaré con el sabor amargo en la boca por no poder llegar lo a jugar. Aunque algunos años después lo haría en el recinto de la Universidad Agraria ja ja.

Pero para lo que no podía aguantar no era para el paint ball. Era para la principal atracción que caracterizaba al temático parque ubicado en el medio del hipódromo de Monterrico, los indy cars. Tenía 8 años cuando manejé uno de los mini carritos a motor por primera vez. Antiguamente, solía sentarme con mi madre o padre mientra llevaban sus cámaras descartables.



Hoy, abandonado y casi en el olvido. Aquel terreno de lo que solía ser uno de los parques más emblemáticos de la infancia limeña noventera, no es más que un simple sector en donde uno se puede ir a dar un paseo y dar una cuantas lloriqueadas.

lunes, 10 de marzo de 2014

Cuando los carros y movilidades se convertían en ranas

A mediados de la última década del siglo XX, las niñas se peinaban, se hacían trenzas, se maquillaban y jugaban a las novelas en la casa de las muñecas con sus Barbies y Kens. Los niños, por otro lado, eran los que menos pensaban en cosas como el amor ya que los corazones y el sentido de enamorarse nos parecía una cosa algo repugnante. Es mas, ignorábamos aquellos sentimientos mientras jugábamos a los Hot Wheels, al Game Boy al Nintendo/PlayStation a los Taps o a las cartas de monstruos. Fue en aquellos entonces, durante a mediados de los 90's, cuando apareció un hombre con una guitarra suya. Desenfadado con el mundo y con un mensaje simple para un público objetivo joven-adulto: "Enamorense". Lo que este hombre que acabada de terminar su década veinteañera no iba a saber, es que sus movidas canciones de amor también se dirigirían de manera resbalosa a una generación que para ese entonces, el amor no era cosa de este planeta. Claro, a excepción del amor hacia nuestros padres. Aquel hombre de música muy escurridiza se hacía llamar Pedro Suárez-Vértiz. Para mí, el hombre responsable del soundtrack de mi infancia y tengo por seguro que el de muchos de ustedes.



Mis primeros recuerdos a la mente llegarían en 1995. Fue en esa época (aunque la canción saldría al aire antes en 1993) cuando en las radios sonaría una música que trataba de un hombre que se veía a sí mismo echado en una cama. Que se elevaba hasta el fin y escuchaba una 'voz en silencio'. Mi ingenuidad infantil no entendía el significado de la canción (la cual era de un hombre en coma a punto de encontrarse con la mismísima muerte). Sin embargo, recuerdo con firmeza haber estado en el carro o en casa cantando esa clase de canciones un poco místicas.




Como decía al principio, el mensaje de Pedro parecía simple: "Enamorense". Y lo comprendí cuando durante en aquellas épocas, el grandioso músico peruano sacó una canción en donde narra un amor que al comienzo, parecía platónico; hasta que después de una serie de llamadas un poco cursi, se descubriría que el amor correspondía. Admito que gracias a mi sentido infantil e inmaduro, sentía un poco de asco por la canción. Aunque a la vez, me volvía loco con el tema y no podía evitar cantarlo también.

Apuesto a que sus padres también eran los que ignoraban las letras de las canciones como los míos. (Al menos que sus padres hayan sido músicos o poetas también). Fue en esa época la primera vez que escuché un tema con un contenido sexual tan alto, que era muy difícil entenderlo. Hago una pregunta a todos los padres de los jóvenes de nuestra generación: ¿Cómo un auto se movería como una rana? ¡Explíquenme por favor! Aunque debo admitir que el tema de la canción nos volvía locos de atar y no podías evitar saltar en tu carro y convertirlo también en tu rana mientras disfrutabas de las melodías. Parece que para aquel entonces, no se si Pedrito se haya olvidado de poner el anuncio de "No apto para menores de edad". Ja ja ja.



Papá y mamá también se olvidaron de taparme los oídos cuando en 1996, teniendo yo mis 4 añitos de edad, el desenfrenado músico, le hizo un homenaje a los protuberantes atributos pectorales a la mujer. Con un tema que puso a saltar a casi todo el Perú, incluyéndome, Pedró se haría conocido por todas las edades con esta canción.



Pero comprendo que la mejor época que viví con Pedro fue en 1999, durante mis primeros días del Kindergarten. Durante aquella época, las movilidades se volvían locas cuando en las radios sonaba un tema que trataba de lo loco que se está volviendo este planeta. Desde desnudar intencionalmente a una mujer, hasta llegar a la promiscuidad total con un poco de clases dadas desde la televisión. Era la degeneración de 1999, la degeneración actual que me hizo brincar de locura con la gente de la movilidad. Fue con ese álbum que también llegaría un tema un poco triste que inauguraría la década del 2000. Aquel tema me hizo entender lo que es una decepción amorosa, pese a que enamorarse seguía siendo un tema pestilente para mí.
"Quiero encontrar otra persona como tu. De no hacerlo, no amaré nunca más", decía el mensaje.





A continuación, y para finalizar, otro error paternal con no taparme los oídos. Un tema escrito que también nos puso a saltar y aplaudir. Con un tema que narraba que después de una noche de un sinfín de tragos y excesiva promiscuidad con las mujeres, un hombre sufre de una resaca total, sin saber en donde está parado y cómo se siente. ¿Será que en ese entonces, habrán empezado ahí las curiosidades con saber los efectos que daba el alcohol?



En conclusión, los 90's en el Perú serían los años del incomparable Pedro Suárez-Vértiz. Enamoradizo, desenfadado y poético al 100%, es el responsable de que nos levantemos de la silla del carro o movilidad y nos paráramos a aplaudir. Para cerrar quiero llevarlos a finales del 2004 cuando a mis 11 años de edad, y cerrando mi infancia. Uno de mis ídolos musicales sacó un tema que identificaría a todos los peruanos residentes en el extranjero que sufren de nostalgia al recordar su lindo país de 3 regiones.

sábado, 8 de marzo de 2014

La primera botella que cabía en la palma de tu mano

No borracho, no hablo de tu primera cerveza, ni tu primer vaso de Vodka, ni tu primer Cartavio con Coca Cola o Jäggerbomb. Hablo de aquella mini botella totalmente peruana y super saborizada que circuló por todo el país y nos la podíamos terminar como cualquier botella de gaseosa personal. Porque, todos sabíamos que a los 5 años, aún no éramos capaces de acabarnos si quiera una botella de Fanta, Coca Cola o Inca Kola personal. Fue por ello que en 1996, el grupo Concordia pensó en nosotros, los más pequeños del momento. Necesitábamos un refresco el cual pudiéramos tener en nuestra palma de nuestra diminuta mano.



Recuerdo aquella vez en 1997 haber tenido un paseo con los niños de mi nido al recientemente inaugurado Jockey Plaza. Tenía la uña de mi dedo medio derecho totalmente partida y envuelta en una venda. Por lo tanto, estaba manco de una mano ya que yo era un niño bien escandaloso. Fue en medio del bus que nos llevó a mí ya todos los compañeros de mi salón, cuando una de las madres, que era la anfitriona del paseo, ofrecía una caja con decenas de botellas de Chiki para todos los alumnos. En 1998 recuerdo también que la enana gaseosa se vendía como pan caliente en los kioskos del Club Regatas cuando solía dar mis mil y un paseos al exclusivo recinto con mis amigos del nido o de mi vecindario. En 1999, la era dorada de la gaseosa aún se mantenía en pie, ya que recuerdo que en el Kindergarten solía llevar dos botellas: Una para la hora de la lonchera y otra para gozarla mientras iba de vuelta a mi casa en la pequeña movilidad después de clases, mientras escuchaba a Pedro Suarez-Vértiz o a los Cuentos de la Cripta.

La historia de la Chiki, es corta, pero con contenido algo interesante. Tras los fracasos comerciales con las gaseosas Bidú, Lulú o Necarín a finales de la década de los ochenta, en 1993, nace el grupo Concordia con una decisión: Centrar sus productos en un nuevo público objetivo: los más pequeños. En medio de una descomunal guerra a punto de terminar entre la Coca Cola y la Inca Kola (con la compra de la segunda que se daría en 1999 por parte de la Coca Cola), los niños como nosotros estábamos alejados de aquel vicioso combate.



Fue por ello que a finales del 96', aparece uno de nuestros más fieles acompañantes en la era cruda y fría de Fujimori, la gran Chiki. De nombre corto como lo dice y de un precio que no pasaba de los 50 céntimos. La Chiki fue la gaseosa simbólica de la generación de niños noventeros con una masiva venta del producto en 1997, su época del apogeo. Con los Shows infantiles como Tornasol (canal 5, Panamericana), la gaseosa era promovida de manera masiva y elevaban las ventas como agua en ebullición.



La diminuta botella de gaseosa que podía venir en 3 sabores: Piña, naranja o la de fresa/frambuesa. Posteriormente, llegaría el de sabor a mora azul. Cada una con un colorante característico.


Fue en 2003 que la Concordia sufrió una especie de crisis. Sucedía que tras la compra de la Inca Kola por parte del grupo de la Coca Cola, la guerra pasó a convertirse en la guerra de las marcas 'top' contra las marcas mal llamadas 'provincianas'. Con una Inca Kola ya vendida y un grupo Coca Cola innovador con la llegada de las gaseosas "light", los grupos que venían la Kola Real, la Triple Cola, en otras palabras, la Concordia en sí, empezaron a caer desesperadamente. Al haber caído en las ventas, la única bebida que salvaba la identidad del grupo Concordia era la Kola Inglesa. Fue aquel momento, mientras cruzábamos los 7-11 años de edad, cuando la era de la Chiki, terminó.

viernes, 7 de marzo de 2014

¡Mórfosis amigos!

No me lo vas a negar. Si lo haces, es muy probable que te estés mintiendo a tí mismo; por más que ya te dan ganas de borrarlos de tu mente por lo tontos que ya se veían mientras madurabas. Yo se que viste más de un episodio, hasta soy capaz de decir que te viste al menos, 5 episodios de las series, o hasta quizás, una temporada entera. Que se te venían escalofríos a la sangre cuando escuchabas ese estribillo de guitarra que parecía una combinación de Eddie Van Halen con Megadeth. Soy capaz de decir que alguna vez, tu sueño de Halloween fue disfrazarte de uno de ellos. Si eras hombre, te daban ganas de vestirte de el de color rojo (siempre el líder), azul u ocasionalmente, negro verde o blanco. O si eras mujer y veías la serie, se te dio por vestirte de la de color rosado o amarillo. Que hubo alguna época en la que alguno de los cinco miembros te impulsó a salir a las calles vestido de un solo color mandando la indirecta de que pertenecías a ellos. Sí, sabes muy bien de quienes hablo. El quinteto de jóvenes héroes vestidos de trajes de diferentes colores, con cascos que ocultaban sus rostros: Los Power Rangers.


(PR negro) Zach: ¡Mastodonte!
(PR rosada) Kimberly: ¡Pterodáctilo!
(PR azul) Billy: ¡Triceratops!
(PR amarilla) Trini: ¡Tigre colmillos de sable!
(PR rojo) Jason: ¡Tiranosaurio!



Era el grito que convertía a los cinco jóvenes en los totalmente cubiertos héroes, luego de que Jason, el líder, enunciaba la famosa frase de "¡Mórfosis amigos!" antes de la transformación. Nuestros héroes fueron convocados por un conocidísimo ser intergaláctico cuyo rostro estaba metido en un tubo: el popular Zordon. Es tonto decirlo, pero el productor estadounidense Heim Saban me trajó vía Fox Kids (antiguamente, en ATV), uno de los recuerdos más pegajosos a mi mente. Como tumor incurable, los Power Rangers, con sus mil y un armas, Zords y Megazords, no pueden salir de mi mente. 


Las peleas de estos cinco jóvenes y totalmente vivos héroes eran ya tradicionales. Tras una pelea de los cinco (y ocasionalmente, se unía un sexto) contra el malo que envían los malvados Rita (uds la conocen, la de la voz que molestaba y hacía que nuestros oídos sangren) y el a veces cómico, Lord Zedd, llegaba la batalla a nivel de gigantes: El malvado crecido contra el Megazord de los Power Rangers. Aquellos, eran unos villanos que en algún momento me hicieron pensar que los monstruos eran reales. De repente, en algún momento, tú también tenías aquella misma ideología que yo.

Quizás el impacto de la serie fue algo grande en Sudamérica, pero el impacto que causaba en EE.UU era más masivo. Tan masivo que una temporada o dos no bastaban para saciar al soñador que quería ser un Power Ranger. Llegó el momento de hacer una película con ello y tuvieron que salir más temporadas, pero con diferentes temas. Llegó la generación Zeo, Turbo y En el Espacio. La última, fue aquella en donde el carismático Zordon es finalmente destruido a petición suya, por uno de sus Power Rangers, Andross (Power Ranger rojo de la cuarta generación), concluyendo un larga historia. Aquel día sentí que se acaba una era.



La muerte de Zordon no significó el fin de la serie. Heim Saban seguía hambriento y necesitaba cautivar a más corazones de 4-7 años. Fue por ello que decidió hacer más generaciones temáticas hasta que llegó el cáncer a la serie en el 2002 (y también la última vez que vi al menos, un episodio), cuando la franquicia fue vendida a nadie más y nadie menos que a ¡Disney! Jetix (anteriormente, Fox Kids antes de la compra de Disney) no tenía la creatividad que tenía el innovador productor de padres israelíes y comenzó a filmar temporadas que alejarían al niño del 2003-2007. Fue en 2009 cuando se emitió para los niños de aquella época el último episodio, dando muerte a la franquicia. Recuerdo que el último episodio que vi fue la junta de los 10 Power Rangers rojos. Un hito en en la línea de mi vida para cerrar la primera parte de mi infancia con mis 9 años recién cumplidos.

 

Si más he leído las últimas noticias. Leí que para la suerte de nuestra generación (si así quisieras llamarlo), la franquicia fue recuperada por el primer padre, Heim Saban, quien ahora trabaja en el siempre popular canal infantil-juvenil Nickelodeon. Sin embargo, ahora viviendo una generación en donde prefieren ver simplemente dibujos animados y estar jugando con el I-pad, le digo yo al señor Saban (con todo mi respeto) que pasarse el tiempo reviviendo la serie, será como darle vida al mismo monstruo de Frankestein: Está muerto, pero puede revivir. Pero, cuando tenga vida, pero no tendrá inteligencia ni el mismo carisma de los 90's. En otras palabras sería más tonto que antes.


Si tuviera que comparar a los Power Rangers con algo, diría que es el Flash Gordon de los 90's. Sí, era tonto y cursi. Pero no puedes negar que fueron héroes para toda una generación. Hago una última pregunta antes de cerrar el post: Si empezaste a madurar algo rápido, ¿Fue Kimberly tu primer amor televisivo? ¿Envidiabas a Tommy (Sexto Power Ranger, el verde) por quitártela?

jueves, 6 de marzo de 2014

¡Hola, soy Gokú!

Fue en 1994, la fulminante llegada a las pantallas del Perú (Proveniente del planeta Vegita) de un niño con una extraña cola de mono y yo creo que ni Superman, ni Batman, ni Thor puedan transmitir tanta emoción y locura como el héroe cuyas palabras iban dirigidas a tí al final de cada episodio, contándote lo que sucederá el siguiente episodio, pidiéndote que lo acompañes. No fue costosa la llegada de aquel Animé a la televisión latinoamericana. El conocidísimo actor de doblaje mexicano, Mario Castañeda metía su voz en el cuerpo de un ser musculoso, de pelo alborotado y con una actitud extremadamente carismática, el cual, te pedía que levantaras tus brazos y manos al aire pidiendo tu energía para invocar la todapoderosa Genkidama y vencer a tus casi invencibles enemigos. Me molesta saber que el nombre de la serie se llamaba Dragon Ball (Las esferas del dragón), ya que para mí, se debió llamar "Las increíbles aventuras de Gokú".

"Un grandioso viaje empezará, hoy es la oportunidad, ¡Lucha hasta el final!" Fue la frase que se convertiría en la primera llave al mundo batallador que te ofrecía el popular héroe en unas ropas color rojas de escuela de artes marciales. 



Aunque gente nacida a finales de los 80's también veía este marcante conjunto de sagas, impulsada un poco por su deseo de conservar la inocencia, es considerado por muchos, como el dibujo animado que marcó el inicio de la consciencia por hacer del mundo un lugar mejor para vivir para la generación de los nacidos en los 90's. El viaje empezó siendo un poco confuso para mí, ya que nunca había visto un niño con una cola y que cuando sucedía espontáneamente al ver la luna, se transformaba en un simio gigante con ilimitados poderes. Admito que al comienzo sentía miedo con mis 3 o 4 añitos al ver a Gokú transformarse de esa manera, pero con el paso de los días, el morbo me hacía pedir más de monstruosidad.

La saga de la batalla contra patrulla roja, me enseñó que estando tú solo puedes superar tus problemas y obstáculos sin importar el número de personas o cosas que conformen tus obstáculos. El espíritu de lucha de Gokú al atravesar con un solo puño el cuerpo de Piccoro Daima-Ku innovó a todo un grupo de niños.


Cuando finalizó la primera saga, sucedió algo histórico para mí. Siendo Gokú un jóven de ya 18-20 años, conoce a su más íntimo némesis, el príncipe Vegeta, luego de su arduo entrenamiento con el cómico y místico dios de la galaxia, Kaiosama. Siendo el segundo un despiadado villano, de la misma raza saiyajin que Gokú (Con cola y con habilidades para transformarse en simio gigante, igual que Gokú) tenía un deseo de que el Gokú, estándo con un brazo roto, pudiera acabar con su más igualitario adversario. Jamás voy a olvidar la primera vez que vi al héroe de Animé más grande de todos los tiempos luchar con Vegeta y pese a que al comienzo lo detestaba, agradezco al otro actor de doblaje mexicano, René García (Voz del sanguinario príncipe de los saiyajin) por aclararme las dudas sobre el verdadero origen y la verdadera naturaleza del hombre conocido por los de su raza como Kakaroto y por los terrícolas como Gokú.



Gokú llego con su hijo Gohan y sus mejores amigos: Krillin y Bulma al planeta de Namekuseí para conseguir las esferas del dragón y revivir a sus amigos caídos en la batalla ante Vegeta (con quien, durante la estadía, formarían una tregua de la cual, el príncipe de los saiyajin no sabría que duraría para siempre). Sin embargo, durante la batalla contra el segundo adversario despiadado, el poderoso Freezer, sucede uno de los tantos hechos que nunca voy a olvidar. Freezer, tras dejar mal herido a Piccoro y tras el segundo asesinato de Krillin, hizo que el enfado de Gokú llegó a señales tan altas que la coloración de su cabello se empezaba a tornar a un tono dorado y sus ojos a un verde muy claro. Confuso yo, sentía que obviamente el el fin de Freezer y que Gokú era el héroe que anunciaba la profecía de su planeta: La llegada del Super Saiyajin.


La siguiente saga fue la más emocionalmente destructora para mi alma y a la vez, una de las más repugnantes. Fue la saga de Cell y los androides. Construidos por el vengativo ex científico de la Patrulla Roja, el dr. Maki Gero, este conjunto de androides, tenía como misión asesinar a Gokú, sus amigos y al recientemente, también convertido en super saiyajin, Vegeta. La forma en la que Cell absorbía por su cola a los al rebelde androide N°17 y a la coqueta y bonita androide N°18 para aumentar sus poderes, me provocaba algunas veces, nauseas. Fue tras el asesinato del amable androide N°16 uno de los momentos más memorables de mi vida. El cuando la batuta del héroe fue traspasada de las manos de Gokú a las de su hijo, Gohan, mientras el musculoso niño de 12 años explotaba su furia con un grito de pérdida, iba más allá de la fuerza de un super saiyajin. Durante la batalla entre Cell y Gohan, Gokú sacrifica su vida, al punto de sacarme lágrimas cuando pide desde el más allá que no lo revivieran nunca más. Para la suerte de mi alma, el héroe volvería una temporada más tarde. Conocer al hijo de Vegeta, Trunks (proveniente del futuro con 16 años de edad), también hizo que mis ojos se abrieran como luna llena y me agarrara la cabeza, como dice la canción de Juan Luis Guerra.

 

Fue en la última saga, la del casi invencible monstruo Majin Boo en donde la pandilla de guerreros terrícolas y saiyajines unen fuerzas una vez más. Con un Gohan de 16 años, un superpoderoso Vegeta (que inicia la temporada siendo controlado mentalmente) y un Gokú, con una aureola que simboliza su condición de difunto, una apariencia que no envejece y con una habilidad un poco intimidante de alargar sus cabellos al convertirse en el super saiyajin fase '3', se inicia una feroz última batalla contra el rosado villano, el cual cambió a muchas formas con tan solo absorber a sus oponentes. Durante la mitad de la batalla, recuerdo tristemente el sacrificio de Vegeta tras abrazar a su hijo de 8 años, Trunks. Una orgullosa explosión de energía en vano que demostró que el príncipe saiyajin peleaba por alguien más que solamente su persona. Fue en el planeta de los supremos Kaiosama cuando Gokú libra el último mano a mano contra Majin Boo. Una batalla en la que recuerdo obedientemente haber estirardo los brazos cuando Gokú pide la energía de toda la tierra para poder vencer a su adversario. El saludo de dedos entre Gokú y Vegeta marcaría el final de una era para mí.

 

Gokú me dejó con un saludo de dos dedos en su cabeza, los cuales se los enseño a todo el mundo cuando me voy. Por ahí, siento que el héroe saiyajin salvará al universo de otra despiadado que quiera destruirlo.


Piloto (A los 21)

¡Esa gente! ¡Habla 'causita'! Es así como nos saludamos nosotros entre patas hoy en día, una tarde de marzo de 2014. Nos damos cuenta de que ya nos estamos haciendo mayores. Nos crece la barba, el pelo en las axilas y en el caso de los varones, la voz se nos comienza a agravar. Las hormonas se vuelven más locas que paciente del hospital Larco Herrera. A mi edad, ya estamos empezando a incorporarnos al mundo laboral y volvemos a ser vistos como 'cachorritos', en algunos sentidos.

Son estas épocas de 21 años de edad las que ya me empiezan a afectar la memoria y me comienzan a traer recuerdos, los cuales, ya me dan las ganas de sacar unas cuantas lágrimas cual anciano en asilo. No obstante, cuando vi la última película de Rocky, comprendí una moraleja que me me hace luchar cada día. No puedes vivir del pasado, desenterrando tumbas y reabriendo baúles llenos de polvo. 

Mientras ya comienzo a salir a la calle a buscar una 'chamba' y a la vez, voy a juergas en donde el alcohol se ha convertido en un complemento ta común como las papas fritas como con una hamburguesa; hay tiempos en los que llego a mi casa y me pongo en una posición como la que podrás ver en la siguiente imagen. Con mucho riesgo, dedicaré unas pequeñas partes de mi tiempo a desenterrar las tumbas que me convirtieron en un miembro de la generación recientemente adulta, aquella generación en la que hasta ahora, madurar cuesta demasiado caro, pero lo pagamos en cuotas de muy bajos precios...