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sábado, 8 de marzo de 2014

La primera botella que cabía en la palma de tu mano

No borracho, no hablo de tu primera cerveza, ni tu primer vaso de Vodka, ni tu primer Cartavio con Coca Cola o Jäggerbomb. Hablo de aquella mini botella totalmente peruana y super saborizada que circuló por todo el país y nos la podíamos terminar como cualquier botella de gaseosa personal. Porque, todos sabíamos que a los 5 años, aún no éramos capaces de acabarnos si quiera una botella de Fanta, Coca Cola o Inca Kola personal. Fue por ello que en 1996, el grupo Concordia pensó en nosotros, los más pequeños del momento. Necesitábamos un refresco el cual pudiéramos tener en nuestra palma de nuestra diminuta mano.



Recuerdo aquella vez en 1997 haber tenido un paseo con los niños de mi nido al recientemente inaugurado Jockey Plaza. Tenía la uña de mi dedo medio derecho totalmente partida y envuelta en una venda. Por lo tanto, estaba manco de una mano ya que yo era un niño bien escandaloso. Fue en medio del bus que nos llevó a mí ya todos los compañeros de mi salón, cuando una de las madres, que era la anfitriona del paseo, ofrecía una caja con decenas de botellas de Chiki para todos los alumnos. En 1998 recuerdo también que la enana gaseosa se vendía como pan caliente en los kioskos del Club Regatas cuando solía dar mis mil y un paseos al exclusivo recinto con mis amigos del nido o de mi vecindario. En 1999, la era dorada de la gaseosa aún se mantenía en pie, ya que recuerdo que en el Kindergarten solía llevar dos botellas: Una para la hora de la lonchera y otra para gozarla mientras iba de vuelta a mi casa en la pequeña movilidad después de clases, mientras escuchaba a Pedro Suarez-Vértiz o a los Cuentos de la Cripta.

La historia de la Chiki, es corta, pero con contenido algo interesante. Tras los fracasos comerciales con las gaseosas Bidú, Lulú o Necarín a finales de la década de los ochenta, en 1993, nace el grupo Concordia con una decisión: Centrar sus productos en un nuevo público objetivo: los más pequeños. En medio de una descomunal guerra a punto de terminar entre la Coca Cola y la Inca Kola (con la compra de la segunda que se daría en 1999 por parte de la Coca Cola), los niños como nosotros estábamos alejados de aquel vicioso combate.



Fue por ello que a finales del 96', aparece uno de nuestros más fieles acompañantes en la era cruda y fría de Fujimori, la gran Chiki. De nombre corto como lo dice y de un precio que no pasaba de los 50 céntimos. La Chiki fue la gaseosa simbólica de la generación de niños noventeros con una masiva venta del producto en 1997, su época del apogeo. Con los Shows infantiles como Tornasol (canal 5, Panamericana), la gaseosa era promovida de manera masiva y elevaban las ventas como agua en ebullición.



La diminuta botella de gaseosa que podía venir en 3 sabores: Piña, naranja o la de fresa/frambuesa. Posteriormente, llegaría el de sabor a mora azul. Cada una con un colorante característico.


Fue en 2003 que la Concordia sufrió una especie de crisis. Sucedía que tras la compra de la Inca Kola por parte del grupo de la Coca Cola, la guerra pasó a convertirse en la guerra de las marcas 'top' contra las marcas mal llamadas 'provincianas'. Con una Inca Kola ya vendida y un grupo Coca Cola innovador con la llegada de las gaseosas "light", los grupos que venían la Kola Real, la Triple Cola, en otras palabras, la Concordia en sí, empezaron a caer desesperadamente. Al haber caído en las ventas, la única bebida que salvaba la identidad del grupo Concordia era la Kola Inglesa. Fue aquel momento, mientras cruzábamos los 7-11 años de edad, cuando la era de la Chiki, terminó.

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